Un día pésimo (Jess + Libre)

Ese día me había despertado con la ilusión de que iba a ser un día sobresaliente, últimamente había estado un poco deprimida o extraña para mi yo normal, había el día pasado antes de dormirme que iba a hacer lo mejor ese día, pero, no había resultado tan fácil.
Ese día, era una de esos días en los que sentía que nada me saldría bien, aunque no haya despertado con esa mentalidad, mi día terminó conmigo pensando que había sido un día horrendo.

Me había despertado muy tranquila con una actitud muy positiva, me vestí y bajé a desayunar, el desayuno fue algo... horrendo, para decirlo en una palabra, la mesa de Elven siempre se encontraba bastante vacía, a mi nunca me había gustado desayunar, o en sí comer sola, lo odiaba con todo mi ser, no soportaba tener que comer sola, simplemente se me hacía muy triste. Con la adición de que ese día no había algo que me gustara mucho de comer, entonces eso no había hecho mi día mejor.

Después de desayunar fui a clases, creo que eso fue lo que salvó mi día, ya que nada malo pasó en ninguna de éstas, solo que después del desayuno pésimo que había tenido, no tenía muchas ganas de hacer nada, así que nada extraño, molesto, u horrible pasó.

Después de clases estaba cansada, pero no estaba cansada de tener sueño o algo por el estilo, sino estaba cansada de no hacer nada y que el día me tratara tan mal cuando yo estaba tratando de ser optimista. Eso era de las cosas que más odiaba, que cuando yo estaba tratando de hacer cosas buenas, se me tratara mal. Salí corriendo del colegio directamente a los exteriores, cansancio, ganas de no hacer nada, tantas cosas invadían mi cerebro en ese momento.

Dejé a las mis cosas en la hierba y me convertí en gato, comencé a correr para desahogarme, me hacía sentir bien no tener el peso encima de mi, el peso de nada, correr de alguna manera me distraía por completo y me hacía sentir mejor, eso, aparte de las clases, me había relajado, sino hubiera sido por una "pequeña" distracción mía, la cual hizo que cayera a un charco lleno de barro húmedo.

Cierto, en mi forma gatuna se suponía que era más ágil, pero aún así me había caído directamente al lodo, corrí hacia donde estaban mis cosas y me transformé a mi forma humana, seguía muy sucia. Suspiré con auto-enojo y vi volteé a ver mi muñeca, ahí estaba mi reloj, un poco sucio, pero no tanto para quejarme verdaderamente, todavía podía ver la hora.

Rayos, pensé, ya debería de estar en el gran comedor cenando, ¿cuánto tiempo había pasado?, me mordí el labio inferior con un poco de preocupación, llegaría un poco tarde al gran comedor, pero eso no era lo que me preocupaba... Bajé la mirada hacia mi uniforme, donde el broche de Elven relucía orgullosamente, lleno de barro. Abrí mi bolsa expandida y saqué de ahí un trapo un poco húmedo, con el me podría limpiar, mínimo para verme un poco mejor.

Después de limpiarme un poco, caminé pesadamente hacia el Gran Comedor, estaba prácticamente arrastrando mis pies hacia allí, dejé caer mis cosas junto a mi y luego me dejé caer sentada frente a un plato vacío. Serví algunas cosas en el plato esperando que con eso el día mejorara, esperando a que algo o alguien lograra dibujar una sonrisa en mi rostro.

Este día me encontraba como todos los otros, bastante feliz, tal vez más. Había sido un día común y corriente, a excepción de dos cosas. La primera era que veía que la gente seguía bastante deprimida, y la otra era que no había visto a ninguna de mis amigas hoy, bueno, sí las había visto en las clases, pero no había tenido tiempo de hablar con ninguna de ellas, pues ese día había estado bastante ocupada, bueno, no precisamente, aunque si un poco.

Me había despertado de buen humor, y para mi suerte, con mucho tiempo extra, así que me había dado tiempo de darme un relajante baño y cambiarme y arreglarme con todo el tiempo del mundo.
Mi desayuno con las otras chicas de Fieés había sido muy animado, ni siquiera habíamos puesto atención en las otras mesas con todo lo que hacíamos.
Las clases habían transcurrido con normalidad, pero, para mi suerte, me había ido bastante bien y no nos habían dejado tarea.
Después de clases había ido a comer, todo había estado delicioso, aunque no tan animado como el desayuno, pero me dio tiempo para pensar un poco y descansar para mi clase extra, que era más un club, pues eramos un par de alumnos a los que nos gustaba hacer música. En ese grupo yo era de las pocas chicas, y como las demás no habían ido ese día, fui la única entre varios chicos de Durmstrang y Hogwarts, cosa que fue extraña para mi, aunque eso no me importó mucho.

Tras terminar todas mis actividades me dirigí a la cocina, me daban ganas de ayudar un poco a los elfos de las cocinas, ya lo había hecho y era muy divertido. Hoy iba a ayudar con los postres, que al parecer hoy serían franceses. "Seguro le gustarán a Alices", pensé. Hicimos muchos y muy deliciosos triffles de queso blanco, también unos lindos soufflés Angel y mucho mousse de chocolate. Fue gracioso, pues nos ensuciamos bastante y nos reímos. Me divertí en especial con una elfita domestica a la que ya consideraba mi amiga, se llamaba Blinky, éramos de los más unidos estudiante-elfo. Siempre nos visitábamos, al menos durante un momento.

Cuándo terminamos los postres salí de las cocinas muy sonriente y me dirigí al comedor. No estaba muy limpia, tenía un poco de harina esparcida en algunas partes de mi cuerpo, pero era divertido. Al entrar al Gran Comedor vi, entre la mesa de las Elven, a mi amiga Kya, estaba llena de lodo y no se le veía muy contenta que digamos. No me gustaba verla triste. Me acerqué y me senté en frente de ella.
-Hola Kya! ¿Qué pasó? Te ves deprimida.-
Le sonreí, con mi más sincera sonrisa, tomé un mousse de los que habíamos preparado, lo puse frente a ella y dije:
-Toma, prueba uno, están deliciosos, y te lo puedo asegurar porque yo los hice.- Reí, era más o menos un chiste -Bueno, si los hice, pero no se si están tan ricos, aunque, por lo que dijeron los elfos catadores, si lo están. Puedes creer que tenemos elfos catadores?-
Todo eso lo había dicho bastante rápido, pero estaba emocionada y quería que Kya se pusiera más contenta y sabía que a ella eso le daba algo de risa, así que valía la pena intentar.

De pronto sentí una mirada alegre posada en mi, no sabía quien era y honestamente no me daban ganas de voltear, así que lo único que hice fue mirar mi plato con mala cara y pensar en la inmortalidad del cangrejo. De pronto sentí como alguien se sentaba enfrente de mi, otra Elven, por fin, pensé, pero no era otra Elven, subí la mirada y noté a mi mejor amiga de la infancia frente a mi, Jessica Connor. Cuando me preguntó que había pasado sonreí un poco apenada y dije:
-¿Quieres que te cuente toda la larga historia de mi día pésimo?-

Vi a Jess y noté que estaba llena de harina, al escuchar lo del mousse sonreí, tenemos tantas cosas en común, pensé, al escuchar lo de los elfos catadores no pude evitarlo y comencé a reír.
-Nunca me imaginé que teníamos elfos catadores, pero se me hace bastante interesante pensar en eso, elfos catadores, quien se lo hubiera imaginado....-

Tomé el mousse con delicadeza y lo comencé a ver detenidamente, sonriendo, con todas las cosas que habían pasado en el día, lo que más necesitaba era un buen mousse, los adoraba, me traían tantos recuerdos de mi vida cuando vivía con mis tíos, con Sam y Frederick, me hacía sentir bien y al mismo tiempo me ponía triste pensar en ellos, seguía sin superar que ya había pasado hace tres años, me seguía deprimiendo un poco y haciendo sentirme mal en mi interior.

Sonreí, no quería que mi sonrisa se viera como una sonrisa triste, pero lo era, sonreí de nuevo y salió una sonrisa más alegre, o eso era mínimo lo que yo esperaba.
Le sumergí una cuchara al pequeño mousse y me la llevé a la boca, de ponto se iluminó mi rostro y en mis labios se formó una amplia sonrisa real.

-Están deliciosos Jess, los hiciste con los elfos, ¿no?- pregunté más bien afirmando.
Sonreí, si no hubiera sido por Jess, mi día se hubiera ido a la basura, literalmente, Jess lo había logrado de nuevo, había hecho mi día mejor, me había alegrado y por pura casualidad había logrado que yo dejara de pensar en mi pasado y concentrarme en el presente.